-xxiii- Cielo y Tierra
Arriba el cielo, abajo la tierra,
Y abriendo el horizonte
Un par de piernas sobre la estera.
Resuena una carcajada,
¡No nacido, no muerto!
¿A dónde va el fuego cuando se apaga?
¿Es que no tiene fondo este océano?
Desde que me arrojaron a sus aguas
No paro de caer.
Orbitan las luces alrededor de mi lámpara,
Cuando se apague me iré con ellas
A visitar otras almas.
Mi rostro resplandeciente alumbrará mañana;
Hoy en el espejo de mis lágrimas veo sus luces,
El tiempo amaina.
Ayer fue mañana, mañana será ayer,
Hoy no permanece,
¿Y todavía pretendo yo ser?
Todo el tiempo me he buscado y no lo sabía;
Ahora que me he encontrado desaparezco.
¡Ironía!
¿Qué será de este montón de recuerdos
Cuando el Amigo inhale mi último aliento
Y me insufle nueva vida?
¿Alguna vez fui acaso un hombre, alguna vez te vi?
Mi corazón se ha ido volando
Y ha dejado aquí lo que fui.
A bordo de la nave de mi amor
Sin darme cuenta perdí de vista las orillas
Y ahora soy todo vela.
Donde quiera que soplen los vientos del Amigo
Hacia allí vuela mi corazón
Pues Suya es la morada suprema.
La poesía está terminada, aunque yo no sea poeta,
Sino uno que busca vida
Detrás de las cosas muertas.