La esclavitud tan sólo durará un poco más, hemos esperado mucho para poder contemplar los primeros vislumbres de la libertad tras el extravío del alejamiento de lo que somos en nuestro fuero más íntimo, pero los tambores ya redoblan y las trompetas anunciadoras retumban presagiando el final del hastío y la zozobra del espíritu. Las luces resplandecientes volverán a ser la norma cuando las banderas victoriosas alzadas al viento indiquen que un nuevo amanecer dorado ha llegado para restañar las heridas auto-infringidas que las dagas de la ignorancia provocaron en el ser humano. El largo retiro de los sabios se acaba, y ya enfilan las multitudes después de abandonar los desiertos y las llanuras yermas de los acantilados de la nada, donde los confinaron las hordas adoctrinadas en los convencionalismos de la modernidad, lo políticamente correcto y el culto a toda forma de fealdad. La autodestrucción de este degenerado mundo ya se cierne, y sus despojos serán el abono del nuevo amanecer, donde los soles magníficos de la verdad, la belleza, el amor y la justicia, por fin lo alumbrarán todo.