A los pies del maestro no-nacido, de cuyo néctar de sabiduría beben los necesitados en busca de una salida, me inclino. Toda virtud y toda nobleza residen en Ti, verdad primera y última; en Ti confío y a Ti acudo en esta hora de extrema dificultad, pues los caminos de la vida se han estrechado por mis múltiples carencias en el cumplimiento, y perdido me hallo. Enciende la lámpara de la visión verdadera y alumbra mis palabras para que redunden en un beneficio.
El eco lejano del amigo íntimo que en su refugio de montaña logró desprenderse del yugo de las ataduras del Dunia, el mundo sensible, reverbera en mis oídos, pues entre los que aman no hay distancia ni barrera alguna que se interponga, fluyendo así los tesoros del corazón hacia el amigo fiel que los implora. Yo te imploro, amigo, que nos reconfortes con tus melodiosos cantos acerca de la Verdad última, para que sean nuestro bálsamo cuando todo se derrumbe y se cierna la oscuridad de la cerrazón por no ser capaces de ver los espléndidos soles que clarean más allá de uno mismo, allí en la lejanía, donde las frondosas planicies de la visión del Uno-Único, en toda su exuberancia, se muestran.
La enfermedad hizo mella en este cuerpo ilusorio y ya encaro los luceros, que este mortecino revestimiento de hombre no oculta más, pues mi ojo se unió a tu ojo, justo allí donde amanecen los fulgores de la realización última en la no-dualidad, y todos amigos íntimos celebran extasiados el reencuentro. Los evanescentes velos de la duda se fueron, y ahora es la certeza la ocupa su lugar. Tú, Milarepa, que supiste igualar como nadie los polos de lo que aparece y su vacuidad, y que supiste paladear excelentemente la singularidad de las manifestaciones externas, ya sean agradables o desagradables, como no siendo más que luminosidad irradiada, a ti te suplico e imploro que me sostengas con las ondas expansivas de tu compasión ilimitada, y me alumbres las más altas moradas donde sólo los muy sinceros habitan.
Todo tipo de dificultades han recaído sobre nosotros en esta edad oscura que ya enfila el abismo, pero tan sólo con tu recuerdo, todas se disipan.