Ven, fundámonos en un abrazo,
Ven, vayamos y unámonos,
Gocemos de los dulzores del reencuentro
Tras el extravío, tras eones acumulados
De vagar en el error
Por no haber sido capaces de enfocar el ojo
Y que sean así las luces resplandecientes las que brillen;
No esta tenebrosa apariencia que separados nos mantuvo.
Ven, amémonos, ahora, justo ahora, como al principio,
Cuando entrelazábamos nuestros anhelos
Y celebrábamos que entre tú y yo
No mediaba distancia alguna;
Sin resquicios, sin dobleces ocultas,
Tú y yo, uno solo.
Y si en nuestros empeños de amor apasionado
Nos alejamos, destruyamos la alteridad,
Arrasemos los muros que la distancia erija,
Hagamos añicos las erráticas vías
Que a ninguna parte llevan,
Y prendamos el fuego del amor
Para que sus ardientes llamas lo consuman todo.
Fundámonos entonces, tras la aniquilación, allí, justo allí,
Donde los horizontes se desprenden
Y el cielo abierto se alza.
Allí, donde yo te hago mía, y tú me haces tuyo,
Para reasumir lo que desde siempre fuimos:
Solo uno.
(Uzman García – despojosdeoccidente.org)