Sobre los derruidos escombros
De esta vida ya vivida y consumida
En pos de vanos afanes
Erijo la morada eterna sobre la que se asientan
Los verdaderos hombres,
Tras haber tomado consciencia
De que nunca dejé de ser aquello
Que desde siempre más anhelaba.
La muerte vivificante me atravesará ahora
Como una suava brisa refrescante,
Mientras en el dulzor del recuerdo de Ella
Me entrego de forma total, completa
Y absoluta.
– Uzman García
*
COMENTARIO
Cantarle a la muerte es realmente saludable, todo el mundo debería hacerlo. Aquí, en este mundo sometido al cambio y al deterioro constante, no vivimos más que una vida impostada, supuesta, virtual, ilusoria… que sobre los aparatajes de la autoafirmación constante es erigida. Pero esa no es más que nuestra morada relativa, no absoluta. Cántenle a la muerte, dejen un bello legado a sus seres queridos que les sirva de inspiración para buscarse a sí mismos, para que traten de descubrir que la felicidad genuina sólo puede residir en lo que en realidad somos, en nuestra realidad luminosa y eterna.
La muerte no existe. Mueran felices.
Dedicado a Layla, la mujer primigenia, y a sus orgullosas hijas que aún mantienen vivo el recuerdo.
NO DEJÉIS DE ALUMBRARNOS.
NO DEJÉIS DE CANTARNOS.