Vivir es morir
A la ilusión de la muerte
Y de la vida.
Shuhiro Oigen (31 – 101, tras la normalización del mundo.)
El maestro Shuhiro Oigen alcanzó las luminarias eternas aún estando en vida. Le estamos muy agradecidos por legarnos este bello poema de muerte y de verdadera vida. ¿Qué necesidad hay de esperar a que se descorra la cortina tendida de este mundo contingente sujeto al cambio y al deterioro constante, con todos sus ilusorios placeres tan efímeros como insustanciales, para hollar la vida verdadera en la plenitud de nuestra verdadera esencia descubierta, más allá de la muerte y de la vida?
Establecerse en la presencia única de nuestra preciosa realidad interna, no nacida y no muerta, más allá de causas y condicionantes apegos, es la única meta importante en la vida, y todo lo demás carece de importancia alguna. ¿Por qué esperar a conseguir lo que está al alcance de la mano aquí y ahora?
Establecerse en las resplandecientes luces cegadoras, bajo cuyos deslumbrantes resplandores todo queda anulado y los corazones se abruman de puro éxtasis, es la única meta loable en la vida, y lo demás no es más que perseguir sombras. ¿Por qué esperar a conseguir lo que está al alcance de la mano aquí y ahora?
Establecerse en el océano sin orillas de la realidad desvelada del corazón, más allá de los confines de las impostadas e ilusorias identificaciones egocéntricas, es la única meta que los verdaderos hombres contemplan, y lo demás es ir de espejismo en espejismo, arrastrando la pesada carga de los apetitos del mundo. ¿Por qué esperar a conseguir lo que está al alcance de la mano aquí y ahora?
La muerte es una bendición, y al mismo tiempo algo inevitable, así que más vale centrarse en lo que realmente importa antes de que llegue la hora de que la inercia vital en la que anduvimos confluya y choque, violenta o apaciblemente, con el fruto de sus obras.