Un poema de Mahmud Shabistari
Adaptado al español por decadencia_y_autodestrucción
En el océano plateado de la Unidad
Las preciosas perlas del conocimiento
Son arrastradas hasta la orilla
Por el oleaje de las palabras de sabiduría,
Al mismo tiempo que las delicadas conchas marinas
Esparcen los poemas de sus sutiles y bellas formas
Por toda la playa.
Cada ola se rompe en una espumosa vorágine
De majestuosas joyas resplandecientes
Que desprenden voces maravillosas,
Murmuraciones sublimes,
Gemas de devoción gozosa,
Alegría indecible
Y amor infinito.
Sin embargo,
Aunque a cada instante incontables son las olas
Que en su ir y venir ya se han roto
De puro éxtasis en la orilla de la Unidad Absoluta del Ser,
Esparciendo perlas y hermosísimas conchas marinas,
Aún siguen viniendo y rompiéndose, más y más;
Pues ese océano que contemplas
Es solo una de Sus gotas.
COMENTARIO:
Este canto a la Verdad encierra océanos de sabiduría, solo inaccesibles a los obnubilados por las caprichosas y enajenantes apetencias egóticas. Es decir, que nadie, excepto los que han muerto a todo el ámbito de esta fantasmagórica manifestación física, podrá saber jamás de qué se trata esta joya de sabiduría del maestro Mahmud Shabistari.
Son tiempos difíciles para la transmisión del saber con vistas a desenredar los enmarañados nudos de esta enredada vida efímera, tejida con el hilo de la autoafirmación y de la autogratificación de una identificación egocéntrica (el “yo soy”) tan irreal e ilusoria como ilusorios e irreales son los sueños.
El que no ha despertado ya, a estas alturas del irreversible deterioro intelectual, moral y espiritual humano, ya no despertará; y el que está despierto no hará sino aumentar más y más en la sabiduría que comprende la irrealidad de todo lo que no es Ella –Layla engalanada de las luminarias imperecederas.
En el océano de la Unidad Absoluta del Ser los hombres de Dios están muertos, vivos en la contemplación eterna de sus deslumbrantes maravillas. ¿Qué son esas maravillas? Las maravillas de la gozosa contemplación, en la certeza de que todo brilla por lo que es –LUZ-, y no por lo que aparenta.
Como siempre, todo el mérito viene de Ella, mora en Ella y se dirige hacia Ella.
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