Cincuenta años vividos,
Cincuenta millones de velos descorridos;
En el indeclinable amanecer de esta deslumbrante vida,
Que la muerte ya no oculta,
Estoy plantado desde que a mí viniste
Y me hiciste tuyo.
-losDetritusDeOccidente
COMENTARIO:
Se trata de un sencillo poema de muerte, sin más aspiración que hablar acerca de la muerte como siendo la antesala a la vida verdadera, que soterrada tras el velo de las impostadas proyecciones egocéntricas subyace en espera de ser descubierta y disfrutada.
La muerte y la vida son realidades impostadas sobre la pantalla-espejo del “yo” observador. Cuando el “yo” observador se disuelve es su propia nada, esto es, en la claridad de las luces de lo observado, entonces todo brilla por lo que es: luz auto-irradiada.
El significado profundo de esto no puede ser alcanzado, sino que esa significación profunda es la que te alcanza.
Mueran y sean felices. No se pongan el bozal, no se rindan a la nueva anormalidad, no guarden la distancia social. Besen, amen, abracen; y si los multan, recurran las multas, pues son ilegales. Aunque lo mejor de todo sería escapar a Siria o a Irán, dos países civilizados donde la cuarentena es voluntaria, y donde la gente vive feliz y sin miedo al virus fantasma.