Mil veces le pregunté a mi maestro
El nombre de Aquel que todo lo conoce
Pero que no es conocido por nadie;
Cansada y exhausta me hallaba
De preguntar una y otra vez, sin respuesta.
Entonces, del vacío emergió algo…
Maravilloso, grandioso, asombroso.
-Lalla de Cachemira
COMENTARIO:
El maestro tiene la obligación de no responder cuando el discípulo está ya maduro para hallar la respuesta por sí mismo. La indagación intelectual debe de cesar en cierto punto, para que la asombrosa realidad de la verdad desnuda emerja de la nada, emerja de la quietud y de la paz absoluta del abandono de toda expectativa. Solo entonces, si es voluntad de Allah, Allah se manifiesta y le habla a sus amigos íntimos.
Es urgente azuzar las consciencias para que se caigan las mascarillas, los velos de lo que no es Allah, de modo que Allah sea la única realidad evidente de todo y en todo. Si no nos desprendemos de las mascaras, de los bozales, acabaremos sufriremos una muerte indigna.
¡Allahu Akbar!