Esta primavera
Y este jardín exterior
Son reflejos
De tu primavera
Y de tu jardín interior.
-Rumi
Esto significa que el significante que apunta al significado del mundo exterior, forma parte de la totalidad-unidad subyacente a la apariencia de lo múltiple, sin separación ni distancia. Para el que aprendió a ver, el observador está muerto en lo observado, y no hace más que contemplar a su sí mismo verdadero a través de su propia muerte, de instante a instante –la muerte de lo que no es por el abrazo de la realidad de lo que es; por eso los hombres de Dios solo ven primaveras y florecientes jardines floridos que florecen, de instante a instante, en la eternidad del no-tiempo y del no-espacio.
La belleza no es un valor relativo al gusto relativo de las relativas personas, como piensan los degenerados occidentales, sino que la belleza es un valor absoluto a modo de reflejo de la verdad absoluta que todo lo preside y que los egos velan mediante su querencia subjetivista; esto es, que lo bello es un valor objetivo y absoluto, y no aquello que a cada cual le parezca bonito, como por ejemplo la taza de un wáter expuesta en un museo de arte degenerado, o sea, moderno.
Para saber cómo ver sin ver, sin vernos y sin ver el mundo, y fundirnos con nuestra innata realidad sagrada subyacente a todo, que es no nacida y no muerta, conviene desoír a los sabios del mundo moderno y oír a los sabios ancestrales del mundo antiguo, pues lo contrario implica vivir por vivir, sin saber por qué se vive y por qué se muere, de modo que todos querrán vacunarse para poder perpetuar dicho sinsentido de vivir a toda costa para obnubilarse y velar la consciencia mediante el medrar disoluto en los vanos placeres mundanos, y en las condiciones que sean; unas condiciones que cada vez se irán estrechando más y más –confinamientos, sanas distancias, pasaporte sanitario para ir al mercadona, vida online-, pues es necesario derruir el viejo mundo de burbujones del bienestar, cada vez más aisladas, dispersas y selectas (que amenazan ser engullidas por las masas empobrecidas), para dar nacimiento a la nueva era transhumanista, donde los que sobrevivan a los estragos de las vacunas y de la guerra nuclear serán transhumanizados, esto es, convertidos en mutantes sin alma.
El ganado humano termina el año esperanzadamente esperanzado, gracias a la vacuna, en la alucinante creencia de que cuando todos estemos vacunados, gracias a DIO-TEC (el dios ciencia), podremos salir de esta y reanudar el estilo de vida de la vida pre-pandemia. Pero, ¿acaso no saben esos zombis que a la nueva normalidad le llaman “nueva normalidad” porque ha venido para quedarse y ser la nueva normalidad –social e individual-, con vacuna o sin vacuna? El hombre moderno, debido a la degradación de sus facultades intelectuales, morales y espirituales, no piensa, por lo que piensa que el clavo ardiendo de la vacuna lo va a salvar, cuando lo que va a pasar es que les van a hackear el ADN mediante la nanotecología incorporada en la vacuna de ARN-m (mensajero), cuyo objetivo es matar a medio y largo plazo para achacar dichas muertes a nuevas variantes del bicho y que continúe el circo del genocidio a una escala planetaria.
Los sobrevivientes a la agenda COBI no serán seres humanos, sino mutantes desprovistos de aquello que humaniza conforme a la codificación del ADN por parte del Creador increado.
“A ver si pasa, a ver si pasa, a ver si pasa esto”, no dejan de repetirse unos a otros los infelices creyentes víricos. Pero no va a pasar, sino que lo que va a pasar es que las cosas se van a seguir deteriorando y las argollas se van a seguir apretando, en sintonía perfecta con la degradación moral, espiritual e intelectual del ser humano.
Lo peor está por venir. Esto solo está empezando.